Probablemente
hayas visto el film, pero si no lo viste es totalmente recomendable, se trata
de La Comedia de la Vida o según el traductor del google “vos, viviente” “estás vivo”. El film está dirigido y escrito por Roy Andersson, oriundo
de Suecia y lleva en su filmografía un total de nueve películas, donde Du
Levande es su anteúltima, del 2007. Estrenará este año “En duva satt på en gren
och funderade på tillvaron” (una paloma se sentó en una rama y meditaciones
sobre la vida).
El
film es un total de cincuenta sketches sin trama que los conecte
explícitamente, desde una mujer que llora porque su esposo lo insultó hasta un
grupo de personas que ensayan para la banda local pasando por el sueño de una
persona quien es condenada a la silla eléctrica por destruir un juego de
porcelana antigua. Lo que la película quiere es mostrar la miseria y la gloria
de lo que significa ser humano, pero desde un humor del detalle, de las
sutilezas, lo trivial, como catalogan (y él mismo lo hace) al cine de Roy
Andersson. Este mediante un humor, que por momentos se acerca al surrealismo y
en otros al absurdo, deja ver sin diálogos elocuentes, frases untuosas o
escenas titánicas lo que significa estar vivo.
Lo
absurdo de la existencia humana se deja diluir en cada segundo, donde no se
buscan razones, orígenes, justificaciones, sólo hay personas que viven y tratan
de llenarse a sí mismas con todo lo que pueden, con todo el abanico de
sentimientos, sensaciones, experiencias, deseos. En cada partícula del film
vemos la fatalidad y fortuna del vivir: lo azaroso de la existencia.
El
nombre del metraje responde a un poema de Johann Goethe, de una serie de poemas
que parecen en Las Elegías romanas:
X
Alejandro, César, Enrique y Federico, los grandes,
me darían felices la mitad de la fama que conquistaron,
porque les cediera a cada uno una noche de mi cama.
Pero, pobres, los tiene presos el duro poder del Orco.
Regocíjate pues, tú, viviente, en el cálido sitio del amor,
antes que el lúgubre Leteo atrape tu pie fugitivo.
Alejandro, César, Enrique y Federico, los grandes,
me darían felices la mitad de la fama que conquistaron,
porque les cediera a cada uno una noche de mi cama.
Pero, pobres, los tiene presos el duro poder del Orco.
Regocíjate pues, tú, viviente, en el cálido sitio del amor,
antes que el lúgubre Leteo atrape tu pie fugitivo.
Lo
que me parece que viene a decir Roy Andersson no es que debemos ser negativos o positivos
ante la vida. Negativo no, porque es una actitud ante la realidad que no
permite la construcción, la unión, siempre intenta romper los enlaces, ni
tampoco positivos, que lima todos los bordes de la realidad, la dosifica, la
endulza y la vuelve algo que no es. Esta dicotomía lleva siempre a un callejón
sin salida. Lo que dice en voz baja Andersson, te susurra, es que estás vivo.
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